"La rebelión es mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos" Alejandra Pizarnik-en esta vida

"Solo veo rosas" Alejandra Pizarnik-más allá de esta vida-

Solo soy pura rebelión, vino a decir... aunque no sola estás

Vos no está sola. Y esta rebelión se hará. Y no desde la soledad. No desde cuatro gatos somos y por eso nos pisotean. ¡Una ola de Rebelión vendrá que tambaleará los cimientos podridos de estas sociedades!






domingo, 21 de febrero de 2010

Y no esconder jamás la otra mejilla

Y no esconder jamás la otra mejilla

De ese trato inhumano que deben debemos darnos,
y vaya que lo darán,
¡si al parecer lo pides mujer maltratada!,
si la violenta respuesta avivas con tu mansedumbre
(MENTIRA ¡Y MUY GORDA! AQUELLO DE LA INEDUCACIÓN CRISTIANA,
EL QUE LA VIOLENCIA ENGENDRE VIOLENCIA.
LA ENGENDRA LA MANSEDUMBRE,
LA IMPOSIBLE, O LA IMBÉCIL NO BUSCADA,
RESPUESTA),
ellos se salvan.
Bonito corolario a las agresiones:
El agredido salva a su agresor.

Esto que si Cristo recomendó,
parece ser el que se nos impulsase
a jamás salir del lago de sangre,
pues eso es amor.
¡Y aunque lo recomendase Gandhi!
con su ojo por ojo y todos nos quedaremos ciegos.

Contra este amor enfermo
que al parecer esconde clavos
para lacerarse a sí mismo,
hay un remedio
que tuvo un simple nombre
y fuese como el de “amor” tan usurpado
tan mal empleado,
tan deletéreo:
JUSTICIA.

¿No es la Justicia suficiente mejilla no escondida
de pronta respuesta,
ese dar la cara toda y no perfil a perfil
para ser abofeteado,
sino la cara entera
para que jamás puedan olvidar tus facciones
los agresores que buscaban el perfil a perfil
de la otra mejilla
para seguir con sus prácticas sádicas?

¿Y no esconder jamás la otra mejilla,
pues cada golpe tuyo el amor me devuelve,
ese que me tienes y yo no sé ver:
Así como nos enseñasen durante siglos?

¿Y no esconder jamás la otra mejilla
pues a amarte tiernamente
me enseñan tus golpes?

¿Será amor la violencia física ejercida,
la psíquica violencia?

¿Debes amar esa violencia,
olvidarla debes?
Nunca el olvido mientras los efectos se prolonguen
derramando sobre la piel maltratada las calamidades.
¡Y jamás amor, te recomiendo,
a ese afecto exquisito que se expresa en palizas
vejaciones!

¿Amar al enemigo,
¡qué enfermedad es esa!?

¡Contra ella sí que debieron procurarse
desde hace milenios,
medicinas,
Cristos!
Cristos y Gandhis
diciendo de lo humano
y no de lo inhumano que se elevó a divino.

Medicinas no sólo a la percha de los golpes que fue siempre mujer,
sino a los hijos de ella
y a la pobreza general
impotencia de sus manos
de la que obligaron también a enfermar a tantos hombres.
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