y que trata de mi ansia de Justicia,
sedienta desde que existo, de ella.
Justicia Poética.
Justicia poética que quede aquello que nunca escribirás,
o que, si escrito, es lo mismo.
Quedará este grito de Justicia
que raspa como cristal mis tragaderas;
¡este no poder tragar más!
y de más y más te llenan
sin que las costillas salten
al golpe del corazón atenazado
infartándose.
Este grito, mediante el que ahora mismo
no llamo a dios-todos los hombres-
por el nombre que tiene
y tú ahí dices, Concha,
duras, las afiladas,
armadas con espinas en sus bordes,
hirientes:
Traición, Calumnia, Envidia.
No llamo por su nombre,
pues el cristal rasga mi esófago:
trago.
¿De qué me sirve el grito en que reviente
si digo, contigo:
estas otras
vulgares y carnosas,
ahítas como cuerpos satisfechos:
Coche, Fútbol, Negocio, Dividendo…
poesía, cultura?
poesía, cultura,
de esa de los mercados
en cualquier verdulería expuestas
amagando de la sala de trono a que aspiran,
cortesanas siempre ya que rabaneras,
ya que bajos y ocultados instintos;
poesía, cultura,
te olvidaste de éstas,
más todavía ahítas y carnosas,
vulgares, hipócritas, rastreras.
Y entonces ya me callo,
PUES HE DICHO CONTIGO QUE EL CANTO QUEDARÁ
DE TANTO Y TANTO NO DECIRSE,
EL LLANTO QUEDARÁ DE TESTIMONIO
QUE ALGÚN DÍA ENJUICIE.
YA QUE AQUÍ,
¿DÓNDE LOS TRIBUNALES QUE DEFIENDAN,
DÓNDE LAS TRIBUNAS EN QUE CONTIENDAS
CON ESOS MISERABLES
DE LA poesía CORTESANA cultura
PUESTO QUE RABANERA,
ya de Dior vestida, ya de tejanos?
Nada mejor que el baile de las apariencias,
esos disfraces en que van enfundados
no se note las verdaderas armas que emplean,
para no contender,
ya que lo suyo es la traición, dijimos,
dijiste,
calumnia,
esa que diluyen en las redes de sus muchos contactos
disuelta en las copejas con que alternan
en los muchos saraos donde se promocionan:
-Véndete cesto de que te alabes tú
que estos otros vinieron a lo mismo:
a intercambio de cestos o textos,
que así circulen.
Véndete, y al que jamás brilló dada su ausencia,
calumniemos aquí entre nosotros,
sombra a la sombra
no sea que el sol salga
si olvidamos enjaular sus rayos
tratándolos de locos,
de pobres tontos,
de ¿qué se creían,
sin revolcarse por estos lupanares
estos prostituderos,
nuestros saraos,
llegar a parte alguna?
Y entonces ya me callo
y dejo que tú hables,
nos cuentes el valor de aquel arte
que calificase bien Machado:
..Y además no importa;
y si ni el nuestro,
callado, marginado, calumniado,
¡¿cómo el de ellos?!
Arte-no-importa
cierto el suyo.
Y que quede el nombre que me callo de dios-
todos los hombres
Y que quede el nombre de dios pues me lo callo.
Y que queden sus nombres…
Aunque ignoran cómo quedarán.
No oyeron todavía a
Únicamente aquellas
que no han llegado a pronunciarse nunca,
palabras que murmura el alma a solas
son las que quedan.
PALABRAS PALABRAS
Concha de Marco "Diario de la mañana", 1967
hacemos al hablar
el mismo ruido que las hojas secas
arrastradas
en montón imprevisto y fugitivo.
Marchita ya la garra
adherida en el tronco cotidiano
se van por el camino
gastando
pudriendo
manchando.
Grandes palabras amarillas
resquebrajadas por el uso,
inmateriales,
reducidas a nervios:
Dios, Patria, Vida, Historia.
Otras, amplias, redondas, extendidas,
el cuerpo aún opaco:
Hombre, Espíritu, Amor, Generación.
Aquellas, negras, de limbo requemado,
retorcidas en sí:
Muerte, Infierno, Dolor, Remordimiento.
Duras, las afiladas,
armadas con espinas en sus bordes,
hirientes:
Traición, Calumnia, Envidia.
Esas otras, vulgares y carnosas,
ahítas como cuerpos satisfechos:
Coche, Fútbol, Negocio, Dividendo.
Y las hojitas verdes, pequeñitas, minúsculas
vocablos de ternura:
Niño, Pájaro, Flor.
Todas revueltas.
En el sendero
las copas de los árboles
protegen la amarilla sepultura,
pasos de caminante la remueven.
Una mañana
alguien las amontona, prende fuego
y el humo se difunde en el otoño.
Todas se queman.
Únicamente aquellas
que no han llegado a pronunciarse nunca,
palabras que murmura el alma a solas
son las que quedan.