más estruendo cuanto más sigilo,
molesta-dolida por este prendimiento con violencia
cuanto más guante blanco tiene el quicio,
amagos de almas que se abren
flor para atrapar a mosca,
oyendo aquí a Vivaldi y sus oboes
(eso oía en 1995, o anterior o siguiente,
ahora, 2008, oigo a Lorena Mckennit
su "Elemental")
más melancólicos pues así me siento,
desde ese estado de ánimo te llega mi voz.
Perdona las molestias:
El que las palabras no enriquezcan
nacidas del dolor,
es algo comprensible
cuando una oda es sólo buena....
Perdona por haberte conocido
cuando ya estaba mi casa sosegada
que diría el místico.
Perdón por escogerte
para que me pilles de sonoro portazo,
cuando tanto te disgustan los modales toscos,
¡y ya se ve!,
de los que jamás aprendimos heráldica
ninguna arte de salón de las composturas
cuando sólo son protocolos de las imposturas.
Perdóname, yo, utópica,
no había reparado en que la ciencia lo prohíbe
además de la iglesia,
toda casta "perfecta" sociedad
amores tan desatinados
que buscan a Dios en la Biología
en la pureza del instinto,
en lo prístino, más íntimo de la mujer el hombre.
Casta-perfecta sociedad
en manos de los que la velan limpian esplendoran,
no quiere para nada decir, como en la lengua,
otro organismo que lo mismo
-dijo Onán meneándola-
no quiere para nada decir exactitud de términos...
¿Y cuándo es exacta gentuza ninguna de esta que menciono
todos perteneciendo a la casta-perfecta
si su dinero es garantía,
si lo son sus contactos de pillos redomados?
Nadie sabe mejor que los doctores de la lengua,
ese semejante prostíbulo,
que la perfección: la casta (no castidad)
casta y "perfección" de ellos siempre entrecomillada
les vino de atravesar burdeles tan variopintos,
antros en los que los demás no pudimos circular sin pesadillas,
los tontos de siete suelas hijos de la ruina
sin preparación académica al respecto.
Creo recordar con acierto
que hasta Jesucristo fue un rabí preparado
por la sinagoga de hipócrita maestro.
Ciertamente todo mi fracaso se debe
a no haber tenido tiempo que tirar en aprendizajes inútiles.
Sabido es que el tiempo es oro
...Dinero para comprar esperanza de vida,
eso es lo vuestro,
no sólo vuestras medicinas;
lo mío es tiempo para tener todo el oro del mundo
aunque sea moneda nuestra particular
ni acuñada ni admitida en pago oficial alguno.
Salvo que la oda de Bécquer que antes mencionábamos
fuese como él dijo: Atrás del billete de banco escrita.
